
Llegan entonces las clásicas dudas: ¿cómo se lo tomarán? ¿digo la verdad? ¿perderé la confianza de los responsables cuando sepan que pretendo abandonar la empresa?
La primera de las cuestiones a tener clara es que no debes mentir a tu actual compañía. Tener que ir al médico, fingir que estás enfermo… son trucos ya antiguos y por los que posiblemente te pedirán un justificante. De todas formas, en caso de que no lo hagan, corres el riesgo de que se enteren y quedes como un mentiroso.
Si el entrevistador te avisa con suficiente antelación, quizás puedas solicitar ese día como vacaciones. Así no tendrás que dar explicaciones y podrás asistir sin la presión de qué pensará tu actual empresa.
Dependiendo del sector, algunos convenios reconocen días de asuntos propios o de libre disposición sin tener que alegar causa alguna. Podrías jugar esa carta.
Si no te avisan con antelación y no dispones de días de asuntos propios, puedes negociar con el entrevistador. Seguramente tu CV ya reflejará que en ese momento te encuentras trabajando, por lo que el reclutador será consciente de ello. Pídele que te haga la entrevista fuera de tu horario laboral para no generar mala imagen en tu empresa. El reclutador lo entenderá y te percibirá como un candidato comprometido con tu compañía.
Si ninguno de los puntos anteriores se ajusta a tu situación, entonces debes pedirle permiso a los responsables de tu empresa para ausentarte del trabajo durante las horas de la entrevista.
En este caso, sin duda el más difícil, debes ser sincero con tus superiores. Debes exponer con sinceridad el interés de la otra empresa por ti, las condiciones que te ofrecen o el puesto superior que supondría cambiar de empresa. Es importante que no expreses comentarios en negativo del tipo “estoy muy descontento” o “mi sueldo es demasiado bajo” ya que los responsables podrían cambiar el concepto sobre ti.