En la persecución de un objetivo no siempre la conclusión es su alcance. Vivirlo mientras se va alcanzando sí es una virtud de quien disfruta con lo que hace. Nuestros perfiles más jóvenes, que ahora se están incorporando a nuestras organizaciones, saben bien lo que es un objetivo.
Han vivido una etapa convulsa que, seguro, nuestra generación media, los comprendidos entre 35 y 65, no conocían. Mientras vivían esa situación han seguido formándose, capacitándose e incluso adquiriendo experiencias laborales que poco o nada tenían que ver con sus estudios.
Esto les ha reportado, sin lugar a dudas, una orientación competitiva, muy diferente a la de generaciones anteriores. Ahora es entendida como una nítida destreza que no todo el mundo puede afrontar. Valores como la fuerza de equipo, el liderazgo participativo o el resultado frente a un objetivo de equidad organizacional aparecen e irrumpen con fuerza en nuestras organizaciones. Sin embargo, sabemos que esta es la conjugación exitosa del logro: definir un objetivo, contribuir y ser partícipe para alcanzarlo y reportar tanto personalmente, como al equipo de trabajo. Supone la voluntad del deber cumplido, del trabajo bien hecho.
El logro y su orientación están estrechamente relacionados con la calidad de servicios y productos, con la imagen y la potencia de una organización y con el grado de compromiso que exista entre un equipo de personas.
Nuestros jóvenes saben que el logro es el hábito del esfuerzo, de la superación y de las emociones positivas de afrontar tareas con ilusión. Como si de un reto nuevo se tratase cada día.
La generación que termina ahora sus estudios son personas con una formación exquisita, formadas en competencias soft y hard que les habilitan para afrontar retos con totales garantías de éxito. No tienen miedo a la aceptación del reto, no en vano, vienen de una etapa en la que se han tenido que acostumbrar a aceptarlo como parte de su día a día. Conocen perfectamente qué es el fracaso, puesto que pese a sus estudios, les ha costado incorporarse al mercado laboral, experimentando que quizás los estudios elegidos no fueron su mejor opción. Pero por extraño que parezca, esto es un gran valor para las organizaciones, nuestros jóvenes, conocen el fracaso, saben que para cumplir un objetivo es preciso reajustar, equilibrar opciones, e incluso así, tampoco a veces se alcanza. Uno de los comportamientos que se asocian a logro es la decisión de actuar. Nuestros jóvenes lo tienen y tienen ganas de aplicarlo.
Sin olvidar por tanto que lo que define la unión de cualquier equipo de trabajo es una orientación al logro con emoción y enfoque positivo. Se trata de una orientación grupal o de equipo que conduzca al cumplimiento del objetivo, logrando un resultado óptimo en calidad y que sea reconocido por terceros en cuanto al excelente resultado obtenido. Ahora, nuestros jóvenes saben que son reconocidos. Debemos comprender que son conscientes que nadie como ellos pueden aplicar algunas formaciones en las organizaciones. Las nuevas tecnologías, la comunicación asertiva, la cooperación de equipo son valores que estos años, gracias a los cambios surgidos en nuestros procesos formativos y académicos y con el esfuerzo de los docentes y profesores, en cualquiera de sus grados de la etapa formativa, se ha conseguido que nuestra sociedad tenga jóvenes perfectamente preparados.
Desde Nexian, nuestro principal objetivo es lograr potenciar en cada una de las personas que hace uso de nuestras formaciones una mejora continua en competencias profesionales, que permita perfeccionar el aprendizaje y fomente el uso de todos estos comportamientos y que haga que nuestros profesionales, que hoy se incorporan al mercado laboral, puedan ser nuestros directores, mandos intermedios o líderes de equipo de nuestras organizaciones. Ellos están muy bien preparados, démosles la batuta de la dirección, aportémosles formación continua y contribuyamos a regenerar nuestras organizaciones, preparándolas para los próximos 30 años.
José Ramón Castillo
Responsable de Nexian Training