El desempleo está, por desgracia, a la orden del día, y las ofertas de empleo suelen recibir cientos de solicitudes. Por eso, las entrevistas son la vía que tienen las empresas para diferenciar candidatos. Por eso, enfrentarse a ella correctamente y superarla con éxito puede ser decisivo a la hora de conseguir un trabajo.
Antes de llegar a la entrevista, es necesario que te informes al máximo sobre la empresa, su labor, a qué se dedica… También es recomendable que pienses en cómo puedes beneficiarlos tú, pues es posible que sea una de las preguntas.
Además, es preciso que repases tus puntos débiles con respecto a la compañía (experiencia en un campo que no tienes, un programa informático requerido que no dominas…) y que te prepares algunas respuestas para defenderlos. Por descontado, ve bien vestido, peinado, llega 5 minutos antes y ve solo.
Deja que el entrevistador tome la iniciativa
Una vez comenzada la entrevista debes tener muy en cuenta la primera impresión ya que, dado la corta duración de las entrevistas, puede ser decisiva. De hecho, algunos entrevistadores afirman que tras haber visto entrar por la puerta a un candidato, observar la forma de dar la mano y sentarse, son capaces de decidir sobre su valía.
Es recomendable que, además, lleves un CV. Seguramente tu entrevistador ya tenga uno, pero se trata de un gesto muy útil en caso de que lo haya olvidado. Es una prueba de que estás atento y te interesa el puesto. En este sentido, también podría ser interesante que llevaras un blog de notas. Muy poca gente lo lleva, lo que te ayudará a diferenciarte del resto.
Una vez dentro de la sala y enfrente del entrevistador, siéntate correctamente, ni al borde de la silla ni como si estuvieras en el sofá de casa, mírale a los ojos mientras sonríes y deja que él tome la iniciativa.
Asimismo, debes asegurarte de que respondes a la pregunta que te formula, procura no irte por las ramas y acabar hablando de otra cosa distinta. Otro de los errores que debes evitar es balbucear o mostrar abiertamente que estás nervioso.
Tampoco debes hablar mal de ningún jefe anterior. Quizás sea el peor jefe del mundo pero das una pésima imagen haciéndolo. Puedes comentar las razones por las quieres dejar tu empresa, pero ahórrate las duras críticas.
Experiencia y estudios
Recuerda que una de las principales razones que te harán conseguir o no un trabajo será tu experiencia profesional o tus estudios. Recuerda prepararte anteriormente tus fuertes, tus logros y tu recorrido en ambos ámbitos, al fin y al cabo uno de los dos, o ambos, constituirán un gran porcentaje de la decisión final.
Si te hacen preguntas de tipo: si va de viaje con su novio/a ¿ qué piden una o dos habitaciones?; responde que en tu opinión ese asunto es irrelevante para deducir tu idoneidad para el puesto al que optas. Dilo con seriedad pero no con agresividad. Estas preguntas valoran tu control emocional
Por otro lado, quizá no tengas ninguna idea de dónde quieres estar profesionalmente en unos años pero imagina algo que decir. Si no lo haces y se te pregunta, parecerás alguien sin ambición lo que llevará a que el entrevistador piense que podrías ser un empleado holgazán.
No digas que estás desesperado
No le cuentes al empleador lo mucho que necesitas el trabajo o lo terriblemente necesitado que estás en este ámbito.
Por otro lado, si no tienes experiencia laboral porque acabas de terminar tus estudios, no lo digas abiertamente. Lo más adecuado es decir que ‘estás disponible para empezar en cualquier momento y para aplicar los conocimientos adquiridos en tu formación’.
Asimismo, tienes que demostrar que estás muy interesado en trabajar en ese campo/industria y que renuevas y profundizas periódicamente en tu conocimiento (libros, blogs …). Cuanto más inteligente o informado sea tu discurso más impresionante parecerás.
Al final de una entrevista asegúrate de que tienes algunas preguntas que hacer. Si el entrevistador no te ofrece la oportunidad, pide preguntar. De nuevo, esto refuerza tu gran interés por el trabajo.