
La implantación de acciones de adecuación y buenas prácticas en la atención y servicios asistenciales a personas dependientes ha mejorado en los últimos años, centrada en el desarrollo de competencias y habilidades para mantener la autonomía personal y el envejecimiento saludable integral.
Como dice la OMS, “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Por tanto, los programas dirigidos personas dependientes y al envejecimiento saludable deben atender también los aspectos afectivos, las emociones y motivaciones. Tanto de las personas atendidas, como el de los cuidadores y profesionales que se dedican a ello.
En el sector de los servicios asistenciales se detecta que la calidad de la atención depende, entre otras áreas, de una correcta comunicación y relación entre profesionales, asistentes y personas usuarias. Esto repercute además en la mejora de indicadores básicos de calidad como la reducción de la conflictividad, los tiempos de trabajo y la satisfacción de usuario y familia, entre otros.
Para conseguir resultados que faciliten y aumenten la efectividad de cualquier acción emprendida en esta dirección, se debe fomentar la sensibilización de aspectos básicos de la comunicación.
Por un lado, el desarrollo de la empatía y la escucha activa, que permiten ajustar las actitudes y creencias para adaptar la información en función de las capacidades, intereses y preocupaciones de las personas atendidas y responder así correctamente a sus demandas aumentando su bienestar.
Por otro, las habilidades de comunicación, que como sabemos mejoran la comprensión y las relaciones a nivel personal e interpersonal. Facilitadas con distintas técnicas, como la programación neurolingüística, permiten adecuar el lenguaje a cada persona y a sus capacidades cognitivas.
En el cuidado y la atención a personas dependientes se hace inevitable que exista una formación de calidad que fomente la sensibilización para el bienestar integral de la comunidad profesional y sus personas usuarias.
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Con todo ello se obtienen beneficios reales y directos, como son:
Se mejora el bienestar emocional, permitiendo el control y expresión de ideas, necesidades y deseos.
Se fortalecen las relaciones interpersonales, aumentando su colaboración y participación en entornos grupales.
Permite mantener adecuados niveles de autoestima y autorrealización.
Desarrollan sentimientos de respeto y seguridad, al ver que se les tiene en cuenta y se valoran sus opiniones.
Se fomenta la motivación y la autonomía para la toma de decisiones
Y sobre todo, los profesionales que trabajan en este sector, encuentran nuevas técnicas para reforzar y hacer frente a la atención continuada de personas en situación de dependencia, desarrollando las aptitudes y los recursos adecuados para gestionar los estresores propios de su trabajo. De forma global, obtendrán mayores resultados en la realización de sus actividades.
Alana Rincón Núñez
Psicóloga y Coach
Coordinadora del centro de Habilidades Nexian